¿Qué tan primordial es la voluntad en nuestro éxito?

January 12, 2022 12:00 PM

¿Qué tan primordial es la voluntad en nuestro éxito?

La voluntad es una facultad con la que el hombre puede trascender sus propios límites para lograr la consecución de una meta. Para algunos, la abdicación es un determinismo; para otros, es una anomalía que se debe reemplazar rápidamente con la ayuda del desarrollo de nuestra mente y nuestro entorno. En este sentido, los más poderosos del momento a nivel mundial, como por ejemplo Elon Musk, Larry Page, Jack Dorsey, Jeff Bezos, Mark Zuckerberg...) tienen todos en común esta voluntad que caracteriza su acción.

De hecho, el objetivo de todo organismo vivo es ir directo a la acción, lo cual es un fenómeno psíquico y físico respaldado y alimentado por la voluntad. De allí entonces que este se diferencie del deseo, que la mayoría de las veces es solo una etapa que sirve como un faro incandescente para dicha voluntad. Brevemente explicado, es común decir «yo quiero» en lugar de «yo deseo». Esta confusión entre voluntad y deseo se explica bastante bien, porque tanto el deseo como la voluntad son dos impulsos internos que nos empujan a la acción. Además, muchas veces el deseo y la voluntad están en armonía. Pero existen, sin embargo, grandes diferencias entre estos dos impulsos que nos conducen al accionar.

Partiendo de la cita de Spinoza, extraída de su Ética: “todos los hombres poseen el apetito de buscar lo que les es útil, y de ello son conscientes [...] Una primera consecuencia de este principio es que los hombres se creen libres porque ellos son conscientes de sus voluntades y deseos”, entendemos que el impulso que crea el deseo es un fenómeno de tipo afectivo; mientras que aquel que despierta la voluntad, es un factor de actividad. Esto significa que el deseo no es discutido lo suficiente por la persona en la que se active. Esta falta de discernimiento y razonamiento entre el sentimiento y el objeto del deseo, nos indica un desorden. Esto también se debe a una falta de atención y una agitación que, en última instancia, solo conducen a efectos placenteros. Estas no nos permiten ver las causas fundamentales que surgen de la voluntad y de las cuales se puede extraer una estructura y un orden. Así pues, la voluntad es diferente del deseo puesto que esta es organizada, porque utiliza la razón como base fundamental. Es conciencia y totalización mientras que el deseo se centra en su impulsividad y naturaleza explosiva.

Además, esta acción determinante y voluntaria nos conduce por igual a situaciones dolorosas como hacia actos agradables y placenteros. En efecto, la intervención de la razón es necesaria para que la voluntad se ejerza plena y eficazmente. Querer, es ante todo pensar, juzgar, razonar y deliberar. La voluntad implica toda nuestra personalidad y reconstruye sus estructuras, cosa que requiere tiempo y perseverancia. Por lo tanto, para que las metas de nuestra vida sean alcanzables, debemos subordinar nuestros deseos a nuestra voluntad. Así entonces, la razón aplicada a nuestros objetivos nacería de una voluntad de la cual extraeríamos reacción, acción, éxito.

Pero para que la voluntad perdure y no tenga un efecto tan solo a corto plazo, debe estar respaldada por el hábito cognitivo, cuya condición principal es la repetición, la cual poco a poco irá arraigándolo en nuestro intelecto. Por lo tanto, es necesario, sino esencial, revisar periódicamente nuestros planes de vida y asegurarnos de que estén en concordancia con nuestra cotidianidad y nuestro futuro. 
Para ello, en cuanto tengo un momento libre, abro SDoky y releo los distintos planes de acción que he registrado anteriormente. Y si descubro que empiezo a desviarme de mis planes, apelo al principio que he alojado recientemente en mi nueva visión de la vida: es decir, la voluntad.

Entonces, es fundamental integrar este circuito relacionado con: la repetición continua (el hábito) el cuestionamiento (lógica) unidos al impulso que nos lleva a la acción (la voluntad), y que nos da como resultado el siguiente diagrama:


Este equilibrio entre hábito, lógica y voluntad es necesario para evitar que se desarrolle la repetición sin antes haber establecido una simbiosis con la inteligencia y la acción. En efecto, si no se tienen en cuenta la coherencia y la cohesión, el hábito transformará cualquier proyecto u objetivo en una rutina degradante (malos hábitos) e interrumpirá la «evolución» de la voluntad hacia el éxito.